La revolución había llegado al pueblo. Se notaba en las casas, todas con su bandera verde. Había llegado hacía tiempo y se instaló en la casa de Ismael. Primero tomó un cuarto. Pero con el tiempo supo ganarse adeptos mancha a mancha, hasta que a los cuatro años la casa de Ismael tomó el color del dólar. Y así poco a poco la bella Habana pasó de su rojo al verde.
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Cuando las calles se tiñen de sangre y la raza humana ha dejado de existir. Cuando el sentimiento predominante en los supervivientes es la liberación. Cuando las almas han sido torturadas eternamente, cuando hemos visto a nuestros hermanos ser asesinados sin piedad. Y en un momento todo estalla. Y comienza la revolución.
Me comentó que se habían dado un par de besos pero nada más...
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