Los folcloristas tomaron vino toda la noche
y volé en mi imaginación
hacia el río de los pájaros
y te vi correr cómo arena
y no hice nada, ese es mi karma
solo es pobre el que carece de sentimientos
y la riqueza es un lujo que pocos se pueden dar
y ese cenicero que me conoce cómo pocos.
De esas verdades de mis huesos,
de esa pelota rota…
¡BAM BAM BANG! ¡estás liquidado!
¿perdiste acaso? No sé
en un sol rabioso que me aconseja al oído,
aunque no seamos tan claros
nos animamos a hablar.
Cómo un caballo que se pone viejo,
intentó robarle el pucho
desistió, y se comió una palta
y comprar mucha, mucha droga
y así pasar un verano re copado
pela la banana el mono
calentando el invierno con un poco de amor,
queriendo que nunca termine este invierno
cuando los perros aúllan
su soledad impresa.
Mañana tibia, canto del pájaro y la guitarra
canto cetrino, arroyo, despertar.
Donde la arena sigue
entre mis dedos
pero el mundo es triste y no cambia,
los pobres son siempre maltratados
y la verdad es la única realidad
y nuestra realidad se siente cada vez más fría
cómplice de mi silencio
que gira cómo engatusado con los recuerdos,
partidos titánicos en la canchita
y las hojas se pierden en el pasto
y las hormigas danzan
que masturbe a la luna para quitarle su expresión
a pedir un poco más de palma, vieja
que si a los pibe les falta vino se ponen como locos
desconociendo toda autoridad
un sabor amargo consumió su ser,
entonces decidió ir a buscar más…
Esta vez quiero vivir en paz con mi vecino
quizás así pueda cambiar el aire
buscando dentro de otra piel, sus ojos.
Qué importa si tengo los pies congelados.
Adentro se siente todo más triste.
Ayer, ayer, en el ayer no hay donde esconderse
¡Lo descubrí!
lunes, 16 de junio de 2008
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