martes, 10 de junio de 2008

De bongoses y guitarras. Requiem para Walter

Walter habló de esta manera: "Si Dios estuviera vivo en este preciso instante me susurraría al oído muchas cosas, pero no despierta, será que estará dormido o estará muerto", piensas en un sucucho maloliente en una ciudad industrial que nada vale la pena, que te convendría comprar un arma y salir a la calle, volarle los sesos a un montón de espantapájaros por no atreverse a caminar, por no salir corriendo hasta el quiosco a comprar media docena de sueños, por inmovilizar la vida que es igual a ir en una ambulancia al palo, manejada por un tarado de las pastillas que quedó manco en un accidente de microondas, el último viaje que es el anterior al próximo, cerrar los ojos y observar el cielo lleno de misterios voladores y estrellas inalcanzables, lugares donde ningún humano ha llegado jamás. Todo eso dijo Walter y apagando los ojos empezó a mirar un millón de colores estrellados y sintiéndose feliz pensó que nada más le podía pasar, tenía un millón de colores cómo un colectivo hippie escapando del grupo ortivista conocido cómo "Los peluqueros". Siempre alguien te corre para que te rescates, pero se terminó ¿me escuchaste bien? Decíle NO a tu vieja. Decíle no al no, total ya tenés todo para pasar dos noches afuera y preocuparlos un poco con un poco de histericismo adolescente, así que nada puede fallarte. Manos a la obra, llegó el momento de agarrar la pala y curtirse un mono. O no, puede pintar cualquier cosa, menos mujeres porque no les gustan los crotos. ¿Alguien puede ayudarme? No tengo número de CUIT. Basta dijo Walter y se murió.
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PD: Me tragué el capuchón de la lapicera, gallito te quiero.
Escribió el resucitado Walter y se murió por segunda vez en el día.

1 comentario:

Aprendiz de borrachín dijo...

Que grande Walter.

Todos putos menos yo